Reforma tributaria, exoneraciones: controles y evaluación
Dr. Roberto Jiménez Gómez, economista, robertojg@racsa.co.cr
Lo ideal de un sistema tributario es que sea sencillo, transparente y de bajo costo. Si el país tuviera una sociedad igualitaria y fuese lo mismo estimular un sector productivo contaminante y de bajo nivel de empleo calificado y uso de tecnologías que otro que sí lo hace, por ejemplo, lo ideal sería eliminar las exoneraciones. No obstante, la realidad plantea tener en cuenta las diferencias existentes, con el fin de que la política tributaria pueda cumplir sus tres funciones básicas relacionadas con la estabilidad, la buena asignación de los recursos y la búsqueda de la equidad.
Las exoneraciones afectan estos atributos deseables del sistema tributario, no obstante, éstas son convenientes en algunos casos si se aplican bien, para promover ciertos sectores, como la economía de solidaridad (pequeñas cooperativas, asociaciones de productores, micro y pequeña empresa, desarrollo de capitales de riesgo de base tecnológica) que tienen una función relevante en la economía nacional para promover cambios que lleven a más equidad, mas empleo de la ciencia y la tecnología y más sostenibilidad ambiental.
En general, los estímulos en exoneraciones deberían ir para aquellos sectores que tienen más aporte a la sostenibilidad ambiental, distribuya más y mejor la riqueza, favorezcan el desarrollo científico tecnológico y cree más desarrollo en las diferentes regiones del país. Por otra parte, estos deben ser temporales, evaluables periódicamente y condicionados a metas de desempeño, con criterios de beneficio a la colectividad.
Las exoneraciones en el país no han sido evaluadas, por ello, resulta difícil medir el aporte que cada exoneraciones han brindado al país. Esa es la principal debilidad. Debe replantearse las exoneraciones con el fin de que sean acotadas a sectores sociales y económicos que efectivamente lo requieran. Focalizados a las áreas de la economía social, disminución de la contaminación, producción limpia, aplicación de la ciencia y la tecnología, la protección ambiental y el fomento de regiones con mayor rezago socioeconómica.
Para tener un sistema de exoneraciones debe contarse con información robusta de al menos: monto dejado de cobrar para cada concepto de exoneraciones, sectores y grupos que se han beneficiado y una valoración periódica de la política sobre la actividad. Todo esto debe basarse en un sistema de información informatizado en todas las fases y debe estar disponible al público para que sea más transparente. Estos estímulos deben ser temporales y sujetos al cumplimiento de objetivos y metas en el tiempo, que sea evaluables por personal facultado y capacitado. En la situación actual las exoneraciones dan oportunidad de que algunos vivillos logren obtener beneficios que no merecen.
La magnitud de dinero que esta dejándose de recaudar es aproximadamente 100 000 millones de colones, un monto que podría disminuir alrededor del 7% del déficit fiscal actual y representa alrededor de 0.52% del PIB. Al igual que el gasto, estos recursos recaudados deben estar sujetos a un alto análisis de los responsables y de la sociedad.
En general el plan de reforma fiscal no atiende la problemática de las exoneraciones. El aspecto fundamental que está ausente es la obligación de valoración de los costos y beneficios que justifiquen el mantenimiento o la eliminación de las exoneraciones. En primera instancia esta la ausencia de sistemas de información que permitan para cada rubro, concepto exonerado a cada sector por diferentes marcos normativos, establecer los montos exonerados, para hacer un análisis costo beneficio.
Esto es condición necesaria para pedir una reforma fiscal y para entrarle en serio a la valoración de las exoneraciones. El proyecto de ley al menos debería dar la clara voluntad política de que la Administración Tributaria desea poner en orden y evaluar el tema de exoneraciones.
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